El sábado era el gran día, donde
quedó marcado para Uruguay una fecha por el campeonato del mundo. Esta nueva
categoría vistió de gala al circuito callejero, donde el espectáculo fue muy
bueno, con excelente nivel de pilotos –lo habíamos anunciado en lo previo-
donde hubo cambios en la punta de la competencia, donde, si bien, ingresó el AS
en cuatro oportunidades, durante 10 vueltas de las 31 que duró la competencia,
para el espectador resultó atractiva.
Mas allá de lo innovador que resulta
un coche de competición eléctrico, costó adaptarse a la falta de ruido -solo se
percibe un silbido proveniente de la transmisión del auto-: sencillamente no
tiene escape, porque no lo necesita, no emana gases tóxicos.
Dejando la carrera de lado, lo
vivido en la zona de boxes era sorprendente, la presentación de los mismos, al
mejor nivel internacional, el personal –mecánicos e ingenieros-, cada uno en su
rol para atender cada auto. Si de ecología se trata, en los dos entrenamientos,
los pilotos pueden usar libremente sus autos, pero al cambiarlo, los 4
neumáticos del coche que estaba girando, pasan al siguiente, junto con el
piloto. Recién para clasificar y correr ponen un juego nuevo. En clasificación
está permitido un solo auto.
A pesar de ser una monomarca, todos
los autos son requeridos por los Comisarios Técnicos para ser revisados, antes,
durante y después de la competencia. Para ello, estaban siendo observados por
veedores uruguayos, especialmente solicitados por la FIA –planilla en mano-
para anotar todo lo que creyeran estaba fuera de lugar o debiera ser comunicado
a las autoridades.
Gran despliegue de auxiliares de
pista locales –de todas las instituciones del automovilismo uruguayo- y
extranjeros. Todos tenían alguna función específica. Eso sí, las órdenes se
originaban en inglés para luego esperar la contra-órden en español, en caso de
que fuera necesario: agitar banderas, mostrar cartel de AS, retirar los autos
accidentados, etc.
Todos fueron voluntarios y volvieron
satisfechos. Habían sido parte de la historia,,,
Los directivos locales también eran
concientes de la jugada: hace un año habían dicho sí al ofrecimiento de la FIA
para hacerse cargo de la fecha, aún sin saber si la categoría nacería en tiempo
y forma como ocurrió. Pero a este nivel, las cosas no se improvisan, se
proyectan y se ejecutan. Así es el primer mundo automovilístico, se trabaja con
seriedad, responsabilidad y protagonismo.
Al ACU nuestras felicitaciones, es
la Institución menos nombrada en este evento, pero es la autoridad deportiva
que avaló este emprendimiento privado con fondos estatales. Todos trabajaron en
sintonía, sino, otro hubiese sido el resultado.
Uruguay albergó por primera vez una
fecha mundialista y ahora tiene la oportunidad de seguir en el calendario. Se
puso primera, se comenta que habrá más.
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