El óvalo de Fontana
fue el escenario de la 11º fecha de
la Indy Car Series, donde se
corrieron 250 vueltas (500
millas ), de las cuales las primeras 136 fueron sin
neutralización. A partir de allí, el ingreso de auto de seguridad ocurrió en
seis oportunidades; hasta hubo una bandera roja -a falta de nueve giros para el
final- para retirar la suciedad dejada en pista tras el toque entre Takuma Sato
y Will Power.
Una vez que se reanudó la competencia faltaban 5 vueltas, sin saber quién podía ser el ganador, hasta que faltando pocos metros para ingresar en la última vuelta se tocaron Ryan Briscoe y Ryan Hunter-Reay, donde el auto del australiano levantó vuelo, aterrizando de punta, rebotando nuevamente en el aire, dando algunas vueltas, cayendo finalmente con sus cuatro ruedas destrozadas (o simplemente “despatarrado”, si cabe el término).
Fue una carrera con 80 (ochenta) cambios en la punta!!!, donde 14 (catorce) pilotos alcanzaron a liderar, nunca hubo respiro en el pelotón de vanguardia, se vieron muchas veces autos en línea de cuatro, viajando a 350 kph separados por centímetros. Una auténtica locura.
Al finalizar la carrera, apareció en la memoria de muchos el accidente mortal de Dan Wheldon en Las Vegas 2011, ahora la diferencia era que este óvalo es apenas peraltado, por lo que las situaciones de riesgo parecían mas disimuladas. Esta carrera de Fontana puede haber sido un toque de alerta para la categoría; de nuevo las máximas velocidades se están yendo de las manos, es hora de parar y meditar, antes de que haya que lamentar males mayores.
La carrera fue ganada por Graham Rahal, escoltado por Tony
Kanaan y Marco Andretti. Cuarto terminó Juan Pablo Montoya, que sigue liderando el campeonato. La próxima
fecha será en el óvalo de Wisconsin el 12 de julio.
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